A más de 200 kilómetros de la capital de la provincia de Neuquén y pocos de Añelo, en la base del volcán muerto Auca Mahuida, se encuentra una de las últimas reservas de guanacos que sobrevive en la Patagonia. En ese lugar, se mantienen en pie las casas que a principios de siglo le dieron vida a un pueblo minero que llevaba el nombre del enorme macizo que tiene 2215 metros de altura y que se constituye en uno de los picos más altos del norte neuquino.
De pueblo, además de unas cuantas edificaciones rústicas, aún quedan las oficinas de la empresa que explotaba el yacimiento carbonífero que alguna vez dio prosperidad a este pedazo de desierto patagónico. Sólo una familia se mantiene en este espacio que los lugareños denominan sencillamente "La Mina", que son descendientes de los primeros mineros que llegaron a la región.
Auca Mahuida es un lugar olvidado, de temperaturas extremas y que está lejos de todo. Pero también es un lugar fantástico que esconde las leyendas de los mineros y los secretos del nacimiento y de la muerte de los dinosaurios saurópodos.
En 1997, los paleontólogos Luis Chiappe (del Museo de Ciencias Naturales de Los Angeles) y Rodolfo Coria (director del museo Carmen Funes de Plaza Huincul) iniciaron la primer campaña científica por esta zona, luego de analizar cuidadosamente los mapas geológicos de la región.
Los resultados no pudieron ser más alentadores, los científicos encontraron el mayor yacimiento de huevos de dinosaurios herbívoros del que se tenga registro. El lugar constituye algo así como un santuario donde en determinada época del año verdaderas legiones de dinosaurios cumplían con la ceremonia de depositar sus huevos en las arenas laterales de grandes arroyos y ríos.
Algunos de los huevos fosilizados contienen embriones de dinosaurios, e incluso hay piel fosilizada contra la cáscara. También hay un huevo que tiene el cráneo y los dientes de la criatura que jamás nació.
Se trata de dinosaurios saurópodos del periódo Cretácico que tras su rescate están bajo la lupa de los principales centros de investigación de Argentina y Estados Unidos, donde esperan poder determinar los secretos del nacimiento y de la muerte de los gigantes.
En los primeros meses del año 2.000 un equipo multidisciplinario encabezado por Chiappe y Coria encontró un nido con huevos fosilizados que durante más de 80 millones de años se mantuvo armado tal cual lo dejaron sus padres. El estudio de este nido reveló muchísimos secretos sobre los hábitos reproductivos de los saurópodos, que al nacer medían 15 centímetros de largo pero que en la adultez superaban los 20 metros.
En la campaña 2000, también se encontraron los fósiles de dos dinosaurios saurópodos que bien podrían ser los que depositaron algunos de los cientos de huevos.
En algún momento, las nidadas fueron cubiertas por agua y barro y así se dieron las condiciones para la preservación de los huevos, que tenían una capacidad de 900 centímetros cúbicos cada uno.
Para la comunidad científica, tras el hallazgo, Auca Mahuida pasó a llamarse Auca Mahuevo, un lugar increíble, de caminos imposibles donde además de los guanacos, hay enormes cavernas inexploradas, pinturas indígenas y la mina muerta que le dio prosperidad hace unos 40 años.