"Memorias de Humo": un proyecto sencillo, una obra trascendente, una historia de arraigo y desalojo mapuche.
Esta es la historia de Lago Rosario, pequeña colonia rural ubicada dentro del Municipio de Trevelin, al pie de la cordillera de los Andes patagónicos, en la provincia de Chubut. Una historia que comienza con el destierro.
Hacia fines del siglo XIX, centenares de familias de origen araucano cruzaban la cordillera de los Andes, descendiendo hacia el sur en busca de tierras para ocupar una franja de territorio cuya pertenencia aún se disputaban Argentina y Chile.
Al igual que sucedía por entonces en la Patagonia argentina, donde al frente del ejército Julio A. Roca desplazaba las poblaciones aborígenes de sus lugares en nombre de la Conquista del Desierto, también el gobierno de Santiago de Chile perseguía y confrontaba con los asentamientos mapuches cuyos miembros se vieron obligados -también por la fuerza- a replegarse sobre la cordillera e incluso cruzarla más al sur (actuales provincias de Neuquén y Río Negro) para continuar la búsqueda de un nuevo destino.
El comienzo del siglo XX encuentra a varias de aquellas familias aborígenes, ya desperdigadas en cuanto a su pertenencia a grupos o tribus, ocupando tierras en las inmediaciones de la "Colonia 16 de Octubre", situada en uno de estos fértiles y bellos valles de la cordillera patagónica, en el entonces Territorio Nacional del Chubut.
El 30 de abril de 1902 los pobladores de esta Colonia (en su mayoría de ascendencia galesa) participaron de un plebiscito por el cual los gobiernos de Argentina y Chile (representados por el Perito Francisco Moreno y el doctor Balmaceda respectivamente) resolvieron el conflicto limítrofe que se mantenía en esa región, y el que fue arbitrado por la Corona Británica con la representación de Sir Thomas Holdich.
La resolución de este diferendo limítrofe hizo que muchas de las familias chilenas que poblaban el lado argentino -cuya soberanía quedaba confirmada por el plebiscito-, decidieran regresar a su país cruzando nuevamente la frontera.
El proceso de cruzar una y otra vez la frontera se prolongó, sin embargo, por varios años y décadas. Algunas familias incluso, optaron por permanecer en territorio argentino y reclamar la tierra como lo hacían los inmigrantes que por entonces llegaban desde Europa.
Tal es el caso de las familias Millahuala y Cheuquehuala que en el año 1930 poblaban desde hacía tiempo el valle situado en las márgenes de un lago cargado de leyendas, historias y mitos.
"Lago Rosario" fue el nombre que el primer gobernador del territorio de Chubut, Luis Jorge Fontana, le dio en 1885. Pero el lugar tenía ya su historia.
En el lago anidan el temible "cuero" y una "sirena". Hasta allí llegaban los tehuelches a cazar vacunos salvajes y acostumbraban a orar junto a una roca a la que el sol arrancaba destellos de sangres como augurio de buena cacería. Ahi todavía se escucha, en las noches de lluvia, el lamento del cazador tehuelche muerto a cornadas por el último toro salvaje, o Toro de Agua, como se lo recuerda.
Decididos a echar raíces con sus hijos nacidos en aquel lugar, los Cheuquehuala y los Millahuala construyen una escuela en 1934 y piden al gobierno Argentino el nombramiento de un maestro. Desde Buenos Aires le responden que tendrán un maestro cuando los pobladores reúnan un total de 25 niños.
Como una ironía del destino, el mismo gobierno de Buenos Aires determina en 1937 el desalojo de la Reserva Aborigen de Nahuel Pan, unos treinta kilómetros al norte de Lago Rosario, donde más de 300 personas, niños, adultos y ancianos, son desterrados después de treinta años de habitar en ese lugar, cedido en 1908 por el mismo gobierno que ahora los arrojaba al desierto o en el mejor de los casos a su propia suerte.
Este hecho lleva a que varias familias desalojadas, particularmente las que tenían hijos, sean aceptadas en Lago Rosario. Se logra así reunir el número de alumnos necesarios para que Buenos Aires envíe finalmente un maestro. La llegada de éste marcará la primera presencia oficial del Estado en Lago Rosario, y por tanto, el reconocimiento de la población que allí habitaba.