El montañismo es una pasión que la mayoría de los que la practican lo hace en soledad, pero también hay personas que transmiten toda su experiencia a aquellos que menos posibilidades tienen.
Víctor Liuqui, maestro primario, nacido en el valle del lago Lácar, precisamente en San Martín de los Andes, desde sus primeros años comenzó a incursionar en los cerros de la región hasta llegar a hacer cumbre en el misterioso Aconcagua (6960 metros), el pico más alto de Sudamérica. Todo lo que aprendió se lo transmite a sus alumnos y especialmente a los niños y jóvenes carenciados
"quienes son los que están más cerca del flagelo de las drogas y el alcoholismo, y además los que más frustraciones sufren por culpa de la propia sociedad", comentó.
Tranquilo, pausado y con una humildad que sólo tienen los que han logrado cosas grandes en su vida, tomando la grandeza no como símbolo de riqueza material sino espiritual, se refirió a su experiencia en la montaña y a los sueños que tiene en su mente.
"Siempre pensé que el montañismo es una pasión que tiene el hombre. Uno encontró una forma de vida, una opción para poder canalizar eso que mucha veces se comparte con otras personas que es simplemente subir hasta una cumbre", expresó Víctor en el comienzo.
Prosiguió:
"viví siempre en estas montañas (que rodean San Martín de los Andes), nací aquí. Fui conociendo secretos de la naturaleza, tomé experiencias y a medida que pasan los años esa experiencia acumulada dio lugar a buscar otros objetivos. Un día fue a escalar el cerro Curruhinca, otro el Chapelco caminando desde el centro de la ciudad, después fue el Sábana, el volcán Lanín y así una serie de objetivos más complejos hasta que terminé haciendo cumbre en el Aconcagua. En definitiva tengo tres ascenciones al Aconcagua con una cumbre, una pre-cumbre y en otra oportunidad junto a mis compañeros nos quedamos en el refugio "Nido de Cóndores" porque se nos rompió una carpa y debimos abortar la misión".
Según este experto que ha guiado a cientos de personas en las montañas de la región de los lagos,
"esta actividad deportiva encierra sus riesgos pero el peligro está en todas partes. En las rutas muere mucha gente; a veces ocurren accidentes inevitables porque hay factores en el medio ambiente natural que nos puede controlar el hombre, me refiero a una avalancha o un alud de nieve".
De la región donde vive sostiene que
"la única montaña que se puede considerar media y que requiere de grandes cuidados y preparación física es la vía sur del Lanín que es compleja por el hielo, las grietas y otros factores; en la ruta normal si bien se han producido accidentes tomando las precauciones necesarias se puede ascender tranquilamente".
En referencia a su ascención al Aconcagua relató que
"en ese lugar cuando no se toman los recaudos necesarios se corre peligro. No conocer la parte climática y atmosférica no es bueno porque el Aconcagua requiere una graduación en la escalada, la caminata debe realizarse en forma gradual y se debe ascender en la medida que el cuerpo se adapta a las condiciones del lugar. Nuestro organismo tiene una serie de sensores que nos avisa en qué lugar estamos mal o bien.
Fuertes dolores de cabeza y vómitos son casos extremos y hay que tomar precauciones, uno debe darse cuenta que no se puede seguir escalando. Aquellos que suben demasiado rápido corren el riesgo de sufrir edemas cerebrales y pulmonares, y morir por esa situación; en el caso de las personas que hacen escalada técnica por la vía sur del Aconcagua, la de los "Polacos", están arriesgando desde el primer momento porque el terreno es peligroso ya que una avalancha es incontrolable, el desprendimiento de hielo también... todo es independiente del conocimiento que se tenga".
De las tres ascenciones que realizó al pico mendocino, Víctor vivió su gran experiencia cuando llegó a la cima en 1997. "Era 26 de diciembre y lo logré a las 3 menos diez de la tarde. Mi aclimatamiento fue de 12 días, viví en
"Nido de Cóndores" (5.350 metros) 5 días y la noche anterior a llegar a la cumbre dormí muy bien en el refugio "Berlín". Cuando llegué fue espectacular, había un cielo diáfano, fue algo increible porque trasciende la categoría de la belleza, nosotros estamos permanentemente llamados por el misterio de una montaña cualquiera entonces en el momento que haces cumbre es algo fantástico, maravilloso. En la cima del Aconcagua estuve aproximadamente una hora y no se puede explicar todo lo que se siente en ese tiempo".
Víctor Liuqui, quien además de maestro es guía universitario de turismo trabaja con chicos de barrios marginales.
"Lo hago ad honorem y con muy pocos recursos. Tuve un grupo de alumnos durante 4 años y escalaron varios cerros; han visto flora, fauna y avifauna de la región y siempre les digo que si no conocen nunca van a amar justamente lo que no tienen oportunidad de conocer".
Para este experto en montañismo
"la gente que quiere practicar algo tiene una variedad de posibilidades. El uso de raquetas de nieve es divertido y se hacen travesías en diferentes lugares según la edad y estado físico de las personas que te lo proponen; el esquí de travesía o nórdico también es una hermosa opción para conocer lugares indescriptibles".
Su mayor anhelo de cara al futuro es
"escalar un pico de 8.000 metros del Himalaya; es un proyecto a largo plazo con muchos sueños. También quiero seguir enseñando lo que aprendí a los que menos tienen, a los que están cerca de los flagelos actuales y a la gente con deseos de conocer este deporte maravilloso que es el montañismo".
Por Pablo Matilla