Cuando el escritor chileno Pablo Neruda debió comenzar su camino al exilio, perseguido por el gobierno de su país en 1948, cruzó la frontera por el conocido paso de los Contrabandistas, hoy llamado paso Lipela.
Tras recorrer durante unas horas los senderos de un hermoso bosque de montaña llegó al lago Queñi, ubicado a 10 kilómetros de la frontera y a unos 60 kilómetros de la ciudad de San Martín de los Andes.
Recordando esos lugares el poeta reclamó a través de alguno de sus versos "...lluvia del viejo bosque,/ devuélveme el aroma y las espadas que caían del cielo,/ la solitaria paz de pasto y piedra,/ la humedad de las márgenes del río/ el olor del alerce,/ el viento vivo como un corazón...".
La belleza del lago Queñi es difícil de describir. Sus aguas cristalinas se mezclan entre montañas que se reflejan en el lago al tiempo que se pone el sol por detrás de la casa del guardaparque. El río del mismo nombre vierte sus aguas de deshielos sobre el lago, y si uno permanece allí durante el tiempo que requiera el espíritu para poder percibir lo que sucede alrededor, podrá apreciar entre otras cosas a las truchas saltando para cazar moscas o a los pájaros carpinteros trabajando la madera de un tronco.
María Sol Mut Coll es la única habitante de la zona. Es la guardaparque que tiene la tarea de cuidar esta área protegida dentro del Parque Nacional Lanín. Se trata de un lugar destinado a la conservación, es decir, lograr que los procesos naturales continúen sin la intervención del hombre. Lo único que se encuentra ahí es una zona de acampe, ya que desde allí hasta el paso Lipela es una "reserva natural estricta", por lo que se prohíbe el paso del hombre.
Para llegar al lago Queñi desde San Martín de los Andes hay que tomar la ruta que conduce a Hua Hum, transitar los bordes de los lagos Lácar y Nonthué y luego atravesar un camino angosto hecho en la montaña, que conduce hasta la casa de madera de la guardaparque.
A pesar de su hermosura es uno de los lugares menos visitados por los miles de turistas que arriban al Parque Nacional Lanín, por lo que se convierte en un espacio ideal para entrar en un profundo contacto con la naturaleza. Si no se cuenta con un vehículo, la opción es navegar en una lancha que sale desde esta ciudad hacia Hua Hum y luego caminar durante poco más de una hora para arribar al lago Queñi.
De ahí en más, a disfrutar de las maravillas que despliega impúdica la naturaleza y dedicarse a obsevar lo que observó el Poeta.
Por Fernando Sánchez