En la redacción de www.patagonia.com.ar se planteó la idea de hablar sobre Arte Rupestre en Colo Michi Có, uno de los sitios de riqueza arqueológica más importantes de América y que esconde inusitados relatos y gran cantidad de depósitos de arte.
Resultó difícil con Colo Michi Có desentrañar temas claves como: ubicación, cómo llegar, que hay en el lugar; en fin, datos concretos.
El motivo es que el sitio no está desarrollado turísticamente. De hecho hay una investigación y un proyecto para conformar un Parque Arqueológico, pero por el momento hay un guía baquiano que realiza la excursión.
Por otro lado hay opiniones encontradas en relación a los perjuicios de dar a conocer masivamente el lugar. Lo cierto es que el sitio existe y que puede ser estudiado y visitado; siempre, por supuesto, teniendo en cuenta que son elementos que debemos cuidar y preservar.
Colo Michi Có esta ubicado en el Departamento Minas, de la provincia de Neuquén, al noroeste de la Patagonia Argentina sobre la denominada Cordillera del Viento, entre Butalón y Varvarco. Como referencia geográfica se puede mencionar que está cercano a las localidades de Las Ovejas, Huinganco y Andacollo y próximo a los ríos Butalón, Colomichicó y Neuquén. El lugar está localizado a 2000 metros snm, por huella en ascenso, desde el puesto de Don Pedro Vázquez Soto, el último puesto antes de llegar al sitio.
El guía baquiano que acompaña a los interesados en conocer el sitio se llama Patricio Aguilera. El mismo vive en Colo Michi Có, donde no hay señal de celular ni teléfono fijo, por lo que Informes Turísticos de Varvarco lo contacta a través de la radio. El único número de teléfono de la localidad de Varvarco es (02948) 421329. Igualmente, el guía trabaja en la localidad de Las Ovejas los días jueves, donde realiza un programa radial denominado “Escenario campesino” en el horario de 11:00hs a 13:00hs, y el número de la radio es (02948) 481001 ó el celular (02942) 15695919.
En el departamento Minas de la provincia de Neuquén hay una concentración de sitios de arte rupestre sin igual. Ejemplo de esta situación es Colo Michi Có que está rodeado de otros 23 sitios con arte dispuestos en un área de relativa cercanía.
Colo Michi Có es un extenso campo en el que se encuentran 600 rocas con los dibujos, científicamente denominados "petroglifos", propios de la época prehistórica o de los pueblos primitivos.
Estas rocas están grabadas total y parcialmente, son de color grisáceo, con un peso que va desde 50 kilos a 1 tonelada. Los motivos grabados son muy variados, tienen formas de líneas, signos, puntos, rombos, círculos, etc, que algunos toman primitivas formas humanoides y zoológicas que se asemejan a ranas o arañas en motivos geométricos, a puntas de flecha, a figuras serpentorides, a esqueleto de pescados, entre otros. La técnica utilizada para hacer los dibujos, parece haber sido la percusión o incisión con cincel de pedernal o de cuarzo y aparentemente ha sido la misma técnica para todos los bloques.
Los lugareños se refieren a ellas como las piedras "trabajadas, laboreadas, marcadas". Y es que se encuentran viviendo alrededor de un imponente paisaje de arte rupestre.
Colo Michi Có tiene dos acepciones; una es “colorado bajo el agua” y la otra “pofundo arroyo del gato”. La primera se debe a que la traducción es Colo=colorado, rojizo; Michi=debajo, escondido y Có=agua, arroyo. La otra posibilidad se da porque Colo es el mítico gato montes de la leyenda (Colocolo), y por ello el significado de el profundo arroyo del gato, además porque muy cerca se encuentra la Cruzada del Gato sobre la Cordillera del Viento.
Se cree que los petroglifos fueron realizados por tribus nómadas anteriores a los Pehuenches y que dejaron esas marcas en varios lugares de la zona norte. Entre ellos se puede mencionar: El Chacay, Chaquiras en Las Lagunas de Epulafquen, Butalón Norte, Puerta del Cajón de Flores, Casa de Piedra, Cajón de los Chenques, Piedra Pintada del Curi Leuvú, Arroyo Blanco, El Boleadero, entre otros. Del lado chileno, aparecen lugares muy semejantes y en gran cantidad en la zona de Linares.
La Universidad Nacional del Comahue realizó una investigación en el año 2004 con el fin de realizar un proyecto en pos de la creación del Parque Arqueológico Colo Michi Có.
La iniciativa surge a partir de la necesidad de “aunar órganos oficiales con los intereses y necesidades de distintas comunidades”; y por otra parte “propender a la conservación y preservación del patrimonio cultural arqueológico y al desarrollo turístico sustentable de los mismos. Lo que implica un plan integral para la gestión del sitio con arte rupestre y su área de influencia; incluyendo el estudio de los aspectos administrativos, ambientales y económicos; este último en relación al desarrollo de las localidades cercanas quienes tendrán la responsabilidad de ser los custodios de la preservación y conservación de los sitios”.
Este tipo de sitio sufre el fenómeno de la depredación y degradación debido, entre otras cosas al fenómeno turístico no controlado ni administrado. Es por ello que se han realizado iniciativas como la de la universidad para la conservación y concientización, para el cuidado y preservación del sitio.
En una primera etapa del estudio se definió investigar acerca de la significación y el contexto administrativo para la recepción de visitantes. Dentro de éstos, se han realizado estudios litológicos (parte de la geología que estudia las rocas, su tamaño de grano, el de las partículas y el de sus características físicas y químicas) para determinar si los bloques donde se encuentran los petroglifos son autóctonos del área o han sido transportados, y en este último caso determinar su posible área de origen y forma de transporte ya sea natural o humano.
El reconocimiento y reconstrucción geológico arrojó que los bloques son alóctonos, esto significa que tienen origen en un lugar diferente al que se encuentran. Y fueron trasladados por un proceso natural, probablemente un depósito de caída de bloques sobre una ladera. Estos bloques son las bases de los grabados que con el transcurso del tiempo se han ido deteriorando debido a muchos factores, entre ellos los factores meteorológicos como el “enfriamiento nocturno el calentamiento diurno, combinado con el congelamiento y descongelamiento producen procesos de dilatación y contracción del material provocando la ruptura y generando lo que se denomina exfoliación”. Otros causantes han sido los animales y las plantas que aceleran el deterioro del arte rupestre y las acciones de vandalismo por parte de las personas. Por último en la investigación de la universidad se menciona un factor que podría dar pruebas de la leyenda que circula entre los lugareños, y es que se han observado bloques dinamitados y marcas de impacto con objetos duros y punzantes, realizados por los buscadores de oro.
El momento del descubrimiento de los bloques es un hecho insólito que requiere un párrafo aparte.
La disposición de las rocas y las extrañas formas dieron origen a la leyenda sobre la existencia de una ciudad subterránea donde seguirían viviendo los descendientes de los Incas, refugiados allí para escapar a la invasión española del Perú.
La leyenda dice que un minero húngaro llamado Bela Veiko, que trabajaba en las minas de Andacollo, decidió hacer caso a lo que, para él, no era leyenda y emprendió la tarea de buscar el oro. Primero se topó con una piedra plana con un dibujo en forma de escalera y a su lado otra piedra con una flecha. Por intuición, interpretó que las marcas eran una dirección a seguir y así lo hizo hasta toparse con dos gruesas piedras paradas con una tercera encima, como un marco de puerta. Allí encontró otra piedra plana, pero esta vez con una flecha hacia el pie de las piedras. En su mente, afiebrada por el oro, se le hizo la idea de que ahí estaba la entrada a una ciudad subterránea que escondía el fabuloso tesoro de los Incas. Fue así que quiso hallar la entrada a ese mundo subterráneo incluso usando dinamita. Sólo logró hacer grandes destrozos en las piedras grabadas, y luego deambuló medio loco por los cerros, con un péndulo en sus manos, convencido de que allí estaba la entrada al tesoro de los Incas.
Es así que Robledo Bruzzone, el director de una escuela de Tricao Malal y el historiador Gregorio Álvarez decidieron ir al lugar para comprobar el hallazgo, a partir del cual nacen las primeras menciones de arte rupestre en el departamento Minas que se remontan a la década del ´50.
Desde Neuquén capital por Ruta Nacional 22 hasta Zapala, después Ruta Nacional 40 hasta Chos Malal y por último Ruta Provincial 43 hasta Andacollo.
Desde Andacollo, cabecera del Departamento Minas, se puede acceder por Ruta Provincial 39 de tierra o natural, pasando por la localidad de Huingan Co. Distancia: 38 km, sólo se puede realizar en 4x4 o vehículo alto.
Otra ruta, de recorrido más largo pero con mayor ripio consolidado, es desde Andacollo por Ruta Provincial Nº 43 hasta la localidad de Varvarco, distante 50 km, y desde allí se toma la Ruta Provincial 39. Tras 15 km se llega a Butalón con un tramo mejor que el expuesto anteriormente.