En la zona del volcán Lanín, la belleza tiene nombre de lagos, valles y montañas, que pueden observarse en forma panorámica desde los refugios ubicados en el medio del macizo, o desde su cumbre, que tiene 3.776 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí, girando sobre el propio eje, se admiran los volcanes Llaima, Villarrica, Quetrupillán, Osorno, el cerro Tronador, y los lagos Tromen, Quillén, Huechulafquen y Paimún.
El maravilloso paisaje de la cordillera patagónica, junto al auge adquirido en los últimos tiempos del denominado "turismo aventura", provocaron que miles de personas decidan ascender anualmente este volcán, ubicado a unos 60 kilómetros de Junín de los Andes, por la ruta que conduce al paso fronterizo conocido como Tromen o Mamuil Malal.
Excepto para quienes cuenten con la indicación médica de no hacer esfuerzos, esta travesía es considerada apta para todo público a partir de los 14 años. De todas formas, se recomienda realizar la ascención acompañado de un guía nacional de montaña habilitado por el Parque Nacional.
Es necesario saber que para poder pisar las nieves eternas del volcán, hay que prepararse físicamente, realizando algunas caminatas con una mochila cargada sobre los hombros. Porque una vez comenzada la expedición, se llevarán consigo algunos elementos considerados indispensables para la excursión que demandará dos días, si el tiempo es bueno.
Si usted lleva una vida sedentaria le recomendamos organizar un programa de entrenamiento previo desde varios meses antes del ascenso. Recuerde que usted va a necesitar caminar unas siete horas en pendiente y que en general el clima no ayuda. Los vientos son frecuentes y fuertes y no es inusual que se desaten tormentas inesperadas.
En la mochila se colocará ropa de abrigo, pasamontañas, lentes para sol con filtro UV, una bolsa de dormir, una linterna y se llevarán también, para utilizar en el momento de transitar sobre los glaciares, grampones y piquetas. Además, es importante estar provistos de alimentos energéticos y de un botiquín.
Durante la primer jornada, luego de transitar por un sendero ubicado en medio de un increíble bosque de lengas y de flores de amancay, se llega a la base del volcán Lanín, desde donde se comenzará a realizar el ascenso por la conocida "Espina de pescado" durante unas 4 o 5 horas. Después de un tiempo de intensa subida se arribará a uno de los dos refugios en donde se pasará la noche y se reparará el cuerpo para el tramo final a realizarse a primeras horas de la mañana.
El refugio del Club Andino de Junín de los Andes (C.A.J.A.) se encuentra ubicado a 2600 metros y tiene capacidad para alojar a 14 personas. El otro refugio es el del Regimiento de Infantería de Montaña a 2450 metros de altura y es apto para alojar a unos 20 aventureros. Allí se encuentra un libro en donde, preparándose para concretar el anhelo de hacer cumbre, podrán leerse las anécdotas, percepciones y experiencias de aquellos que ya cumplieron la meta.
Se debe pasar la noche en el refugio para poder comenzar temprano, algo indispensable para contar con las horas de luz suficientes para subir y bajar. Al alba, las imágenes son deslumbrantes y el espíritu se renueva.
La nieve aún se halla dura, lo que facilita el uso de grampones. A partir de allí, lo más duro de la ascensión: 6 o 7 horas de trekking de montaña con los grampones sujetos a los borceguíes y las piquetas en las manos. El desafío se hace propio.
Partiendo del refugio C.A.J.A., se debe tomar por el planchón de nieve que hay más arriba para evitar las incruzables grietas que se encuentran sobre el sector izquierdo. Es conveniente ascender por el sector derecho durante dos horas de marcha de acuerdo a las señales.
Una vez que finaliza la canaleta hay que realizar un desvío de 50 metros hacia la derecha, para evitar una formación rocosa de 3 metros de altura. Desde ese punto, en verano es factible caminar por las rocas sin grampones.
La prueba más difícil es cuando se arriba a la precumbre, desde donde se divisa la última media hora de la excursión, el momento más exigente. En la precumbre hay nieve. Ante la vista del caminante se erigen torres de hielo que inducen a transitar los últimos metros por la depresión a la izquierda. Al llegar a la cumbre la vista es incomparable y la sensación indescriptible: uno se encuentra a 3776 metros de altura.
El descenso total del volcán se hace en unas 6 horas, paso a paso, registrando en la retina las imágenes más bellas que ofrece la región. El comentario de aquellos que pisaron las nieves eternas del Lanín es unánime y contundente: una experiencia inolvidable.
Por Fernando Sanchez