Además de las clásicas ballenas francas, la Península Valdés alberga otros mamíferos marinos. Entre ellos se encuentran los lobos y elefantes marinos, dos especies muy parecidas y diferentes a la vez, que le otorgan un colorido especial a la península y se convierten en un atractivo más para los miles de turistas que visitan año a año esta región de la Patagonia.
Existen varios apostaderos de lobos marinos en la península, las cuales se convierten en verdaderas colonias reproductivas a partir de diciembre; mientras que hay un sólo apostadero de elefantes marinos, donde nacen aproximadamente 9600 crías por año. Ambas especies se encuadran dentro de los pinnipedos (nombre científico), los lobos pertenecen a la familia de los otáridos (leones marinos) y los elefantes a los fócidos (focas).
La característica que distingue al lobo marino es su fisonomía de león, ya que los machos poseen una cabeza robusta con una densa melena que cubre el cuello y parte del pecho. El color de los adultos varía de pardo a marrón claro, mientras que los recién nacidos son negros y al mes de vida mudan su color al clásico pardo oscuro.
En el mes de diciembre se observa que las colonias o apostaderos reproductivos comienzan a ser ocupados por los machos, quienes esperan la llegada de las hembras. Para ganar un lugar en tierra firme se dan feroces batallas entre los machos con escaso contacto físico pero muchas posturas amenazantes y rugidos. Tras la disputa, cada macho obtiene un harén de hasta 10 hembras, aunque luego se “roben” la hembra dañando la misma y el cachorro que queda en el medio de la pelea. A finales de febrero terminan las actividades reproductivas, quedando las hembras y crías en tierra firme.
Al igual que los lobos marinos están adaptados al medio acuático y el terrestre. El distintivo de esta especie es su prosbosis o trompa que desarrollan a los 8 años de edad, motivo por el cual se les concedió el nombre de elefantes marinos. Además, poseen ojos muy grandes que los hacen capaces de bucear a grandes profundidades.
Los elefantes marinos pasan la mayor parte del año en el mar y sólo se acercan a las costas para mudar el pelaje y reproducirse. Los machos llegan en agosto y las hembras el mes siguiente. Se pueden observar similares peleas entre los machos para ver quien es el macho “alfa” del haren, pero en estos casos si hay contacto físico. A diferencia de los lobos, los machos dominantes pueden llegar a tener harenes de hasta 100 elefantas.
Las hembras amamantan por 25 días a sus cachorros, quienes luego deben pasar por un período de ayuno de entre 30 y 90 días en la costa para finalmente aventurarse al mar en busca del primer alimento sólido. Esta característica es una de las etapas más difíciles para las crías que produce altos índices de mortandad.
Fuente: Municipalidad de Puerto Pirámides.