Desde la ciudad valletana de Cipolletti es posible introducirse en un mundo remoto y cálido, lleno de colores propios de la tierra antigua. Allí donde el río Limay se abraza con el Neuquén se encuentra el Corredor Turístico Parque Cretácico, un rincón de la Patagonía de alto valor paleontológico.
La presencia de restos fósiles de dinosaurios da el marco ideal entre las rocas que dejan adivinar estratos de areniscas rojas y arcillas. El viento y el agua hicieron en estas latitudes un maravilloso trabajo de escultura, labrando cañadones de aspecto lunar.
El Parque Cretácico abarca cerca del 40% del territorio de la margen sur de Cipolletti, considerada área protegida desde 1996 para conservar el patrimonio formado por fósiles de flora y fauna de origen cretácico.
Entre las posibilidades del lugar los visitantes pueden escoger recorrer el Anfiteatro, ubicado a 75 kilómetros de Cipolletti. Esta formación es un frente de meseta en retroceso por la erosión pluvial y eólica. Está compuesto de variados cañadones con paredes de más de 50 metros de altura, en los que puede observarse la edad geológica de hasta 100 millones de años, con restos de peces, tortugas, cocodrilos y, por supuesto, dinosaurios provenientes del Cretácico Superior.
A cinco kilómetros del Anfiteatro se encuentra el Refugio Puesto Parada, preparado para recibir a los visitantes con los servicios básicos. Si continúa el camino 7 kilómetros más, el turista puede disfrutar de Puesto Carús, un paraíso de troncos petrificados, tal vez de coníferas, ubicado en el frente de la planicie. Esta particularidad se da por un proceso llamado silicificado: la sustitución de la madera de los árboles por minerales en condiciones específicas de humedad.
El Anfiteatro ha extendido su atractivo a partir de una exploración realizada en el 2005, en la que se hallaron restos fósiles que datan de 75 millones de años, entre los que se descubrió una nueva especie de tortuga de agua dulce. Mediante el análisis de los restos de su caparazón se estima que tendría un peso de 40 kilogramos y una longitud de 55 centímetros.
Los materiales encontrados se encuentran en estudio y es posible visitarlos en el Museo Carlos Ameghino, de Cipolletti, situado en Mengelle al 2000. El Museo ofrece una biblioteca, dos salas de paleontología y dos de fauna patagónica.
El circuito puede recorrerse en excursiones de medio día que incluyen caminatas, cabalgatas, paseos en bicicleta y salidas con guías especializados.
Otra particularidad propia del Alto Valle de Río Negro es la confluencia entre los ríos Limay y Neuquén para formar el Negro. Este espectáculo natural puede observarse desde el Mirador de la Confluencia. Desde allí se perciben las islas cubiertas de abundante vegetación, propicias para el avistaje de patos, cisnes de cuello negro, garcitas y aves canóras.
A 700 metros del mirador está emplazada una original finca que cultiva sus viñedos entre la vegetación natural del monte, la jarilla. Por medio de caminatas, salidas grupales y degustaciones es posible guardar este tesoro en la memoria. El recorrido dura medio día y comprende un total de 5 kilómetros.