La ciudad de Junín de los Andes se convirtió lentamente en una meta de peregrinaciones y en un centro de espiritualidad dentro de un espacio de increíble belleza natural, que invita a los creyentes a recordar los momentos de la creación, y la vida de la beata Laura Vicuña, que ofreció su vida y su juventud por la rendición de su madre.
Esta joven chilena vino con su madre y su hermana a nuestra zona en 1899, huyendo de la guerra civil de su país y del hambre en que las había sumido la muerte de su padre. La familia fue a vivir a la estancia Quilquihué en Junín de los Andes, pasando su madre con el tiempo a convivir con el dueño de la estancia, Don Manuel Mora. Las hermanas se educaron en el Colegio Salesiano María Auxiliadora como pupilas. Ya adolescente en visita a la estancia es abordada por su padastro y al ser rechazado decide hacerla dormir a la intemperie y dejar de pagar la escuela, Laura decide ofrecer la vida por la conversión de su madre. Ese invierno se enferma y para acompañarla la madre decide mudarse a Junin. Mora indignado por perder a ambas mujeres golpea a Laura quien le dice a su madre en su lecho de muerte que ella ofreció su vida a Jesús para que ella abandone a Mora y se convierta. La madre promete cumplir su deseo, muriendo la niña antes de sus trece años.
Desde 1937 hasta 1958, sus restos descansaron en el cementerio ubicado sobre Avenida Necochea. Luego fueron trasladados a Bahía Blanca, donde se encuentran actualmente.
Luego de su fallecimiento ha sido enorme la fe católica que ha despertado la vida ejemplar y el buen accionar de Laura Vicuña. Tan es así, que se han producido algunos milagros. Sor Ofelia Lobos Arellano, religiosa del instituto de las Hijas de María Auxiliadora, comenzó a padecer una enfermedad incurable. Durante diez años recibió todo tipo de tratamiento médico, incluso se le realizaron tres intervenciones quirúrgicas hasta que le diagnosticaron pocos meses de vida.
En esas condiciones fue invitada a pedir su curación a Laura Vicuña, una noche sintió que Dios la escucharía a través de esta jovencita, y que atendería sus ruegos. Entonces se retiró el oxígeno que debía usar permanentemente y descansó. A la mañana siguiente se despertó curada sin ningún malestar.
Dicho milagro ha sido estudiado y aprobado por la iglesia llevando a Laura a la beatificación en 1988. Esto significa, para los católicos, que se le reconocen sus virtudes como aptas para el culto público. Al visitar la tierra que vio crecer a Laura Vicuña resulta inevitable sentir el deseo profundo de reflejarse en el cristalino río de su bondad, amor y donación heroica.
Posibles paseos a realizar:
Es sin dudas el punto clave de adoración de la santa. Además allí se introdujo la reliquia (una vértebra) de la beata Laura Vicuña, ya conocida como "la santita" por el pueblo patagónico.
Al comienzo de estos tiempos, tribus mapuches y tehuelches compartían estos inmensos espacios naturales. Doce años después de la fundación de la ciudad (en 1883), el padre salesiano Domingo Milanesio se instaló aquí fundando la casa salesiana con dos colegios, con el propósito de evangelizar a los indígenas y alimentar y educar a sus niños.
De esa antigua iglesia parroquial abierta en 1895 quedan pocos rastros. El nuevo estilo de su antiguo colegio conjuga elementos de las simbologías cristianas y mapuches (pueblo originario de Junín de los Andes), cuya realización fue encargada al arquitecto especializado en arte sacro, Alejandro Santana. Éste buscó resumir el camino recorrido por la iglesia a lo largo de toda su historia en esta localidad, por lo que decidió realizar un conjunción entre la arquitectura europea de estilo gótico, que tenía el templo (representando al inmigrante del viejo continente) y todo aquello que le da identidad al pueblo de Junín de los Andes y que está ligado a la cultura de los pueblos originarios.
Un buen observador verá dicha conjunción en el atrio y en el acceso al templo, en el interior del mismo y hasta en el rostro, tipo corporal y la vestimenta del Cristo crucificado y resucitado, que son típicos de la cultura mapuche.
Frente al santuario existe una santería dedicada a la producción y venta de imágenes, libros históricos y biografías de esta joven que atraviesa el arte y la vida de la localidad.
En una cantata latinoamericana se escribió: "Laura Vicuña,/ tu vida está en una cruz,/ tu sangre anda gritando/ por estas tierras del sur/ está en Chile, en la Argentina/ dando paz y dando luz". El Papa Juan Pablo II dijo: "La suave figura de Laura Vicuña gloria purísima de la Argentina y Chile, suscite un renovado empeño espiritual en esas dos naciones, y enseñe a todos que, con la ayuda de la gracia, se puede triunfar sobre el mal; y que la inocencia del amor, aunque denigrado y ofendido, al final resplandecerá e iluminará los corazones".