En Cuyo las llaman Huayquerías, pero la ciencia prefiere una etiqueta yanqui: Badlands (tierras malas), expresión heredada de los indios Dakotas. Constituyen una versión extrema del desierto: ambientes de suelo embrionario, casi desprovistos de vegetación, que el viento y las lluvias escasas modelan a voluntad. Popularmente se lo llama el Valle de la Luna, pero no hay lugar en la tierra más parecido a Marte.
En las afueras de General Roca se encuentra esta bellísima formación geológica que atrae a miles de visitantes en todas las épocas del año.
Para ser más exactos y llegar sin perderse: tomar desde el centro de la ciudad hasta la rotonda de Ruta Nacional Nº 22 y Avenida Roca. De allí, seguir por la ruta hasta la rotonda de Paso Córdoba donde se toma la Ruta Provincial Nº 6 hasta el puente Paso Códoba sobre el río Negro, unos 8 kilómetros más adelante. Después de cruzar el puente continuar por la RP Nº 6 unos 4 kilómetros hasta dar con dos pequeñas capillas de Ceferino Namuncurá y el Gauchito Gil, allí bajar de la cinta asfáltica, tomar un sendero de tierra hacia el río y después de recorrer 1 kilómetro, doblar en el primer desvío a mano izquierda.
El Valle de la Luna fue declarada Área Natural Protegida en el año 1997, forma parte de la barda y por la erosión de los siglos, el viento y la lluvia se convirtió en un sitio de singular aspecto. Desde allí la naturaleza tiene otro sentido, los paisajes se dibujan magníficos y la vista no alcanza a penetrar tanta belleza.
Es uno de los mayores atractivos de Roca. Allí se dan cita los habitantes de la ciudad y los eventuales visitantes para tomar mate, comer asado, caminar, practicar deportes o actividades artísticas como la pintura y la fotografía. El río sirve de espectacular marco para esta formación geográfica, que contrasta con el verde de las chacras cercanas.
Está compuesto por rocas sedimentarias de diferentes eras Mesozoico, Cretácico (120 millones de años) y Cenozoico período terciario (55 millones de años en adelante). Prestando especial atención y sin desviar la vista del suelo se pueden encontrar caracoles marinos, madera petrificada y muchas otras curiosidades que integran este maravilloso patrimonio.
Las águilas mora, los jotes y otras aves características suelen oficiar de guardianes, revoloteando graciosamente sobre estas tierras. La flora es también muy interesante y variada a pesar de su aspecto desértico: jarilla, alpataco, coirón, jume, uña de gato, zampa, colapiche, molle, cactus matacebo y muchas otras adornan el paisje.
Las características del terreno, tanto del Valle de la Luna como del resto de la zona de bardas, son propicias para la práctica de diversos deportes.
Cañadones de techo arenoso y pesado, pronunciados declives, cuestas pedregosas y filos son un desafío para ciclistas, enduristas y quienes utilizan vehículos todo terreno. Resultan ya un ingrediente más del paisaje los parapentes multicolores que contonean la barda, haciendo gala de una absoluta libertad.