Ante la presencia de fenómenos de lluvia, niebla, nieve o hielo sobre la ruta, el conductor puede ser sorprendido generando fuertes pérdidas de percepción en la visión y una disminución notable de la adherencia de los neumáticos del vehículo a la calzada.
En este sentido, desde Patagonia.com.ar le pedimos que extremen los recaudos y le dejamos algunos consejos para poder conducir bajo cualquiera de estas circunstancias sin inconvenientes.
Considerada como la más peligrosa de las condiciones para manejar, ya que obstaculiza en forma total la adherencia de los neumáticos con el suelo, provocando la pérdida de control del rodado y bloqueando las ruedas.
Para poder transitar bajo esta condición se debe reducir la velocidad de marcha y se debe pisar el pedal de freno con suavidad para evitar el bloqueo de ruedas, a menos que se cuente con sistema ABS. En caso de perder el control del vehículo, no debe frenar sino dejar de acelerar y tratar de controlar el rodado con el volante.
Luego del hielo, la nieve es una de las peores condiciones de manejo ya que reduce radicalmente la adherencia de los neumáticos. En este sentido, la marcha sobre esa condición exige extremar la prudencia, evitar maniobras bruscas, principalmente si se debe accionar el freno. En caso de no tener cadenas (de acero o líquida), se recomienda parar en algún lugar antes de seguir, al igual que si la nieve comienza a cubrir toda la ruta, se aconseja no circular.
Las precipitaciones disminuyen la visibilidad, provocan el empañamiento de los vidrios y reducen la adherencia de los neumáticos. Ante ello, es importante reducir la velocidad de marcha y aumentar la distancia con el auto que lo hace adelante, porque se necesita mayor distancia en caso de frenado.
Además, cabe recordar que al accionar el pedal del freno, se debe hacerlo suavemente para que se seque la humedad en el mecanismo de freno y los cristales deben estar desempañados.
Al igual que para la lluvia, la niebla o neblina provoca situaciones de visibilidad reducida, por lo que es necesario encender las luces (bajas o antiniebla) y reducir la velocidad. Lo más importante es ver y ser visto, por lo que hay que evitar los adelantamientos, y cuando la niebla sea muy densa, se recomienda no seguir circulando.
Es importante recordar que siempre existen situaciones previas que nos advierten sobre la inminencia de un peligro mayor, como por ejemplo la presencia de hielo en las banquinas, nos suele indicar que en la ruta también se encuentre con hielo. Por ello, el conductor debe ser capaz de reconocer cualquier situación de riesgo, para poder actuar con precaución.