Algunos los conocen por su debut en Hollywood con la película “Surf´s up” o en actuaciones en films como “Happy feet”. Otros los relacionan con el apodo de “Pájaro Bobo Saltador”. Estamos hablando del pingüino de penacho amarillo, una variedad de pingüino que se distingue por tener una ceja larga de color amarillo brillante.
En la Patagonia no es necesario alquilar una película para verlos, cada año a partir de fines de octubre y hasta abril se acercan a las costas de la ciudad santacruceña de Puerto Deseado. En estos meses la localidad tiene el privilegio de ser el único anfitrión de los pingüinos y es posible acercarse, tomar fotos y disfrutar de ellos.
Se trata de una colonia de aproximadamente de 30 mil pingüinos de penacho amarillo y de magallanes que nidifican y cuidan a sus crías en la Reserva Provincial Isla Pingüino. La cual es una de las áreas naturales protegidas por la provincia de Santa Cruz, ubicada a unos 20 kilómetros del centro urbano y accesible con una breve y vistosa navegación.
Los pingüinos de penacho amarillo pesan alrededor de 3 kilos y alcanzan unos 55 centímetros de largo. Son los más pequeños de los pingüinos crestados. Se los suele llamar Pájaro Bobo Saltador por su forma particular de desplazarse, ya que se trasladan saltando.
El estado de conservación de esta especie es vulnerable debido a la desaparición de un 24% de su población en los últimos treinta años.
Estos pingüinos pertenecen exclusivamente al hemisferio sur y en el mundo existen sólo tres grandes comunidades que alcanzan a los tres millones de ejemplares. Las áreas son Argentina-Chile, el sur de Nueva Zelanda y finalmente el Océano Índico.
Los ojos rojos del pingüino, en contraste con el amarillo de sus cejas generan una sonrisa y sentimiento de ternura para los turistas que tienen la posibilidad de verlos desde pocos metros, mientras ellos saltan ágilmente de roca en roca. Pero, eso sí, a no acercarse demasiado porque estas criaturas pueden llegar a ser muy malas cuando de cuidar a sus crías se trata, no permiten que ellas corran peligro y para protegerlas son capaces de atacar a picotazos a los turistas desprevenidos.
Debido a su facilidad de acceso y proximidad, Puerto Deseado quizás sea el mejor destino para avistarlos. Científicos y visitantes de todo el mundo se internan en los roqueríos de la isla buscando un lugar cómodo y respetuoso desde el cual observar los nidos, vigilados a toda hora por los responsables padres que conformaron una de las 250 familias de penacho amarillo. Pero claro que ellos no son los dueños exclusivos de la isla y, entre otras muchas otras especies, los pingüinos de magallanes, que suman miles en estas latitudes y que con su nombre rinden homenaje al intrépido viajero que tuvo el privilegio de descubrirlos en el año 1520, también son merecedores de mucha atención.
Fotos: Dirección de Turismo de Puerto Deseado