Es el ancestro del ave voladora más antigua que se conoce. Su nombre (en lengua mapuche) significa algo así como "mitad pájaro del Comahue" y sus fósiles fueron encontrados por el paleontólogo Fernando Novas en el paraje El Portezuelo, en el límite entre Cutral Co y Zapala.
La criatura es por demás curiosa a nuestros ojos dado que era un reptil con plumas y extremidades que casi eran alas. Para los científicos su hallazgo suma otro aporte hacia la confirmación de que los dinosaurios carnívoros se transformaron en aves.
El Unenlagia Comahuensis estaba cubierto de plumas que le permitían regular su temperatura corporal y prácticamente había perdido los miembros superiores que estaban en un avanzado estado de atrofiamiento y metamorfósis.
A diferencia del Achaeopteryx (la criatura cuyos restos fueron encontrados en europa en un estado en el que prácticamente dejaba de ser dinosaurio), el Unenlagia tenía la cola emplumada y estaba adaptada al vuelo. Las alas o proto alas no eran ni los brazos caídos y atrofiados de los carnívoros ni auténticas piezas de vuelo como en las aves. Su uso se restringía a la carrera y como instrumento de equilibrio; es decir, como un avión en permanente carreteo avanzaba dando grandes zancadas.
En su adultez el Unenlagia llegó a medir dos metros con treinta centímetros de largo y alrededor de un metro veinte desde el piso hasta su cabeza, caminaba apoyando sólo los dedos de sus patas, las cuales estaban dotadas de una filosa garra en uno de sus dedos. La garra era un arma letal: con ella podía desgarrar a sus víctimas de una sola estocada.
Este animal habitó la región hace unos noventa millones de años, en el período Cretácico Superior. Sus huesos, hallados en 1997 en el Portezuelo, fueron presentados al año siguiente en Estados Unidos por Novas. Las piezas, en cumplimiento de ley de protección y preservación del patrimonio que rige en Neuquén, volvieron a la región donde se integraron a la colección del museo Carmen Funes de Plaza Huincul.