La actual sociedad neuquina se constituye a partir de un proceso histórico con ribetes particulares que le otorgan un perfil específico en el conjunto de las provincias patagónicas.
Este proceso se inicia con la ocupación militar, el aniquilamiento de la mayoría de la población nativa y el repoblamiento del territorio con migrantes de provincias vecinas, transcordilleranos y de ultramar.
Las características peculiares del paisaje neuquino y la interacción medio-hombre permite comprender la singular identidad que la sociedad local va adquiriendo y adoptando a lo largo del siglo XX. Los habitantes elaboran distintas estrategias para lograr su adaptación a las rigurosas condiciones climáticas y poder explotar los recursos naturales. Los primeros asentamientos poblacionales son delineados por el gobierno central cuando se crearon los Territorios Nacionales para defensa de las fronteras. Posteriormente, el avance del tendido de las vías férreas, la construcción de obras de riego, el descubrimiento de petróleo y gas y la puesta en funcionamiento de las represas hidroeléctricas se constituyen en factores de atracción de población en diferentes momentos históricos.
En efecto, la explotación de las riquezas naturales, tanto por el Estado Nacional como por la iniciativa privada, posibilita, en diferentes etapas, la radicación poblacional. Este desenvolvimiento económico genera un conjunto de actividades productivas, comerciales y administrativas que se complejizan con la provincialización y se modifican sustancialmente con la concreción del complejo Chocón-Cerros Colorados.
La construcción de la represa atrae a sectores populares como fuerza de trabajo y a profesionales y técnicos que se suman a los que vienen con las empresas multinacionales, provocando, a comienzos de los años setenta, una explosión demográfica que demanda más y mejores servicios. En tal sentido, el estado neuquino implementa una serie de políticas y obras públicas centradas en educación, salud y vivienda. Entre ellas se pueden mencionar el Plan Provincial de Salud (1973), la creación de la Universidad Nacional del Comahue (1971) y la construcción de escuelas y planes de viviendas. En el contexto de la "modernización" (1958/76) de la estructura jurídico-administrativa y económica provincial, se comienza a dar respuesta a las necesidades en infraestructura social.
El incremento poblacional y la complejidad social resultante del proceso, cambian significativamente las pautas de consumo y sociabilidad. En consecuencia, algunas actividades se dinamizan y transforman y se generan nuevas fuentes de trabajo a partir de la acción estatal que se suma a las originadas por las actividades frutícola y petrolera. Simultáneamente, la afluencia de profesionales revierte la dependencia de años anteriores con la provincia de Río Negro, al convertir a Neuquén en un referente regional en cuanto a la prestación de algunos servicios especializados, como por ejemplo ciertas prestaciones médicas con las que no cuentan las localidades vecinas.
Hacia fin de la década de los 70, especialmente por el impacto directo e indirecto de las obras de El Chocón se perfila en la capital provincial una tendencia a la incorporación de sectores medios provenientes de otras provincias y del interior de la misma, rasgo que cobra mayor impulso en los años 80. La emergencia de este nuevo estrato indica que se está operando una modernización en la sociedad en general, presente tanto en el estilo de consumo de las clases medias como en el proceso de reclutamiento de personal estatal. La migración interna provoca el despoblamiento de las zonas rurales y la concentración en la capital y en otros cinturones urbanos, fundamentalmente en el Departamento Confluencia.
El crecimiento provincial alcanza su mayor apogeo en la década de los ochenta constituyendo la base de la concepción Neuquén isla, construida por el gobierno local. Con la crisis de los noventa, por la privatización de las empresas estatales, se evidencia el agotamiento del modelo y se abre la posibilidad de una mayor unificación del Alto Valle, sobrepasando los límites administrativos existentes con Río Negro para constituir el principal escenario económico, social, tecnológico y cultural de la Patagonia de cara al siglo XXI.
Paralelamente, la condición identitaria conlleva una dinámica de constante reconstrucción en diferentes momentos históricos. En el caso neuquino en general, se podría pensar en dos etapas; una desde la llamada "Conquista del Desierto" con la creación del Territorio Nacional y la otra, relacionada en términos materiales e ideales con las transformaciones socioculturales operadas en la región a partir de las obras de El Chocón que modifican substantivamente pautas y comportamientos en los pobladores.
La fase territorial otorga a la escasa población existente una identidad colectiva cimentada en la idea de los pioneros, que en términos de Gregorio Alvarez son los "primeros colonos que acudieron a poblar la tierra del Neuquén, forjadores en el yunque de la voluntad y el trabajo que convierten al desierto patágonico en un vergel". Los neuquinos pertenecientes a estas antiguas familias refuerzan en estos atributos su identidad local.
En la segunda etapa, el boom poblacional acicatea los valores tradicionales de tierra y trabajo, que se conjugan con lo nuevo: el ascenso social en una sociedad en construcción. Esta realidad es vivenciada tanto por los antiguos pobladores como por quienes se radican en Neuquén en los últimos años.
En este sentido, las autoridades provinciales se abocan a la búsqueda de elementos simbólicos que permitan reforzar lo neuquino. Fue así que la materialización de lo simbólico se hizo a través del escudo (Ley 16/58), la bandera (Ley 1817/89) y la canción provincial, generando una apropiación de usos e interpretaciones inscripta entre los ciudadanos.
La crisis de los 90 conduce a un reforzamiento de la identidad desde el estado. Para insertarse laboral o profesionalmente en la esfera pública se dictan normas que privilegian a nativos o antiguos residentes en la provincia frente a los recién llegados.
La identidad de los neuquinos está enraizada en la historia y se presenta como un factor insoslayable para los técnicos que elaboraron el Proyecto Neuquén 2020, quienes sostienen: "a mayor globalización mayor identidad". Ante esto nos preguntamos ¿Cómo el estado va a nutrir esta identidad particular frente al fuerte impacto de los valores globalizados que se imponen desde los centros hegemónicos mundiales?