Es imposible entender Tierra del Fuego, la provincia mas joven de la Argentina, si no se la considera una tierra de extremos. Además de ser literalmente el fin del mundo, es un fin del mundo lejano no solo por la distancia sino por la escasa comunicación con el entorno circundante (aún hoy sólo se accede a la isla por agua o aire).
También es extremo su clima. Al frío, justificable por su latitud, hay que sumarle las lluvias permanentes que riegan su costa sur y la escasa fuerza del sol tanto en invierno (en que brilla pocas horas) como en verano (cuando alumbra gran parte del día, pero no calienta).
Estas características marcan una zona dura que impone gran tenacidad, fuerza, y carácter a sus habitantes. Las inmigrantes -desde los evangelizadores que llegaron de Gran Bretaña en el siglo pasado, pasando por los prisioneros de principios de siglo, hasta los que arribaron desde todos los puntos del país desde 1970- son representantes de grupos pioneros con gran audacia y gusto por la aventura. No sólo marcan esta actitud sus propios habitantes sino también sus visitantes que incluyen miríadas de personajes ávidos por completar hazañas que comienzan o terminan en el extremo más austral del planeta. Es esta característica la que hace de Tierra del Fuego hoy un lugar sin comparación en Argentina. Un lugar donde la diferencia de estilo de vida se percibe en cada esquina de Ushuaia, en las anchas calles de Río Grande o en las planicies del norte.
Secretaría de Turismo de Tierra del Fuego: info@tierradelfuego.org.ar