Si bien el Argentinosaurus Huinculensis era por lo menos cinco veces más grande, el Amargasaurus Cazuei representa uno de los hallazgos más importantes de los muchos que se han producido en la región.
Se trata de un saurópodo (animal herbívoro) encontrado en 1984 por el paleontólogo José Bonaparte del museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires en el paraje Las Cortaderas sobre una formación geológica llamada La Amarga. El paraje de precordillera está ubicado a unos 80 kilómetros de la ciudad de Zapala.
El Amargasaurus, un animal que habría habitado la región hace unos 120 ó 130 millones de años, tenía la particularidad de presentar espinas en el lomo y en la cabeza, con las que se protegía del ataque de los grandes depredadores que lo doblaban en tamaño.
Es decir, era una suerte de puercoespín reptiliano y desde su hallazgo se transformó en el primer saurópodo con espinas del que se tenga registro.
La criatura habría medido entre 2 y 2,5 metros de alto y habría tenido entre seis y ocho metros de largo al llegar a la adultez.
Las espinas del lomo eran, en realidad, una prolongación de las vértebras cervicales; mientras que en el cráneo junto a un curioso orificio tenía cuatro espinas de protección. Las espinas del lomo medían alrededor de 80 centímetros de largo, un tamaño considerable si se tiene en cuenta la talla de este animal.
Diez años después del hallazgo de los huesos del primer Amargasaurus, Bonaparte repitió la expedición y encontró los fósiles de otra criatura de la misma especie. Los restos de los Amargasaurus están en exhibición en el museo Olsacher de Zapala, que depende de la dirección provincial de Minería de la provincia de Neuquén.
En 1999, en una campaña que se hizo en Picún Leufú (Neuquén), Bonaparte encontró los fósiles de un animal que guarda cierto parentezco con el Amargasaurus, aunque es un tanto más joven. Se lo bautizó, el Augustia Liguagüeño, que a diferencia del Amargasaurus en vez de espinas tenía una suerte de coraza en el lomo.
Bonaparte es el palentólogo más famoso de la Argentina y en Neuquén en particular descubrió las dos únicas especies de saurópodos espinosos y con coraza que se conocen hasta nuestros días.